🌿 El lápiz de las dríades 🐦✨️

Dicen que, cuando el viejo árbol que habitan se muera, ellas morirán con él ... Que las dríades -las hermosas ninfas que pueblan cada rincón entre todas las hojas del mundo... entre raíces, ramas y flores- en sus manitas solo tienen el tiempo con el que cuenta el árbol al que están unidas ... La tarde que las vi por primera vez , una de esas tardes luminosas y tibias de principios de febrero en las que la vida se afana por renacer con tanta fuerza que es imposible que, sobre la tierra, haya alguna criatura -por anciana o niña que sea- que no perciba esa lucha, que no se estremezca ante ese grito mudo... John William Waterhouse,  Hamadríade  (1895) Que no alce los ojos al cielo y suspire de alivio: - Ya se van -se oirá decir a todos los ojos, muy bajito, casi con miedo-: las sombras, todas las sombras se van ya ... Esa tarde -decía-, las dríades me hicieron un regalo:  el precioso lápiz que unos duendes elaboraron para mí , siglos atrás , con madera de espino blanco y unas poquitas esm

🌛 Sobre mí 🌜

Ottilia Adelborg (1892)
<<Me llamo Lola y soy, igual que el protagonista de aquella novela de Rabih Alameddine, contadora de historias.

Muchas de ellas las dejo olvidadas, cada martes cuando atardece, en un bosque encantado que se llama Brocelianda y que toma para mí la forma de un blog:

Cuentos de Brocelianda

Otras, entre las páginas de alguna revista literaria...

Las más, en la cajita de sueños y recuerdos que aguarda a oscuras oculta bajo mi cama, arañada por la decepción y llenita de esperanza.

Un tiempo atrás, no hará mucho, pasé por la Universidad. De sus eternos pasillos salí una mañana Licenciada en Historia, en el bolso un Máster Universitario en Formación del Profesorado en Educación Secundaria y Bachillerato y los rudimentos de la lengua árabe :)

Luego participé en tres o cuatro concursos literarios.

Abrí una cuenta en Twitter:

Otra en Facebook:

Y seguí escribiendo y escribiendo para un buen día, calzada con mis botines verdes de tinta y letras, adentrarme en este lugar...>>.

Escribí estas líneas hace 10 años... Aquel 2012, todavía casi un niño, resultó ser el custodio de las llaves que abrirían para mí las fabulosas puertas de los blogs, de las revistas literarias... de la publicación -de una forma u otra- de alguno de los cuentos que conseguía desprenderme con sumo cuidado de entre los dedos y dejaba luego plasmados sobre el papel.

Lola Pérez García
Junto a la tinta y los cuadernos, a los concursos, a las palabras... otro elemento pasaría a ser parte imprescindible de toda esta historia -que es la mía-... de todos estos años: el seudónimo.

Lo adopté.

Llegué a adorarlo: máscara hermosa que, a veces, aprieta.

Que algunos días asfixia.

Que tiene el tacto suave y el perfume del jazmín...

Mi bonita máscara se presentó ante el mundo impecable, majestuosa. Ella apretaba y apretaba mi rostro. Se enseñoreaba adormecida sobre él, satisfecha.

El seudónimo pesa.

Lola Pérez García
Quiere tus manos para escribir y tu cabeza para imaginar y tus piernas para recorrer el mundo, para conocer historias, para escuchar y ver y reír...: no quiere ni que llores, si acaso, quiere llorar él por ti. Pero sabe hacer bien las cosas, lo reconozco. Sabe conducirse por este mundo con una seguridad pasmosa, con un cuidado y un señorío admirables.

Ha sido un buen maestro, mi mejor maestro: mi seudónimo... mi preciosa máscara de plata. Mas hoy debo quitármela. Tengo que hacerlo y no volver a recorrer estos pagos con ella cubriendo mi rostro. Debo tomar su mano cálida y caminar a su lado... Lola García de Luna soy y seré siempre yo: hermosos ropajes de los que ahora debo desprenderme. Los guardaré con esmero en una maletita. Vendrán conmigo, siempre estarán conmigo. Divina máscara que ya añoro y a la que nunca podré agradecer lo suficiente...