Está lloviendo en el bosque. No sé cuándo lo leerás pero, en el momento en el que escribo estas líneas, miles y miles de gotitas caen y caen al suelo sin remedio. Parecen felices, viajero. Se conoce que, como es la primera vez que se derraman desde el cielo siendo otoño, para ellas es un acontecimiento maravilloso.
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Todo está muy callado a mi alrededor. Si acaso, alguna ardilla diminuta asoma su cabecina marrón desde allí desde su sitio en algún hueco de un tronco muy viejito, pero eso es solo también si acaso... Casi nada se mueve en torno a mí. Solo las gotas caen y caen, solo ellas. Ni siquiera las aguas del lago rechistan, ni siquiera eso.
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Pixabay |
Ahora que lo pienso, creo que nunca vi llover en el interior de nuestros códices 🤔. Bueno, en el Beato de Valcavado sí que llueve un poco en una de sus iluminaciones, lo que pasa es que no es de agua, sino de estrellas de lo que está compuesta esa lluvia —«y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como la higuera deja caer sus higos cuando es sacudida por un fuerte viento»—.
Mira, es esta la miniatura que te digo. Verás:
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Beato de Valcavado |
12 Miré cuando abrió el sexto sello, y he aquí hubo un gran terremoto; y el sol se puso negro como tela de cilicio, y la luna se volvió toda como sangre; 13 y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como la higuera deja caer sus higos cuando es sacudida por un fuerte viento. 14 Y el cielo se desvaneció como un pergamino que se enrolla; y todo monte y toda isla se removió de su lugar. 15 Y los reyes de la tierra, y los grandes, los ricos, los capitanes, los poderosos, y todo siervo y todo libre, se escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes;
Apocalipsis 6:12-15
¿Sabes tú de algún otro ejemplo? ¿Lo sabes? Si es así, por favor, no dudes en compartirlo conmigo 🙏🏻.
Hasta la semana próxima, viajero 🙃.
🖌 Imagen de cabecera: John Anster Fitzgerald, La ardilla herida
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