Museo Isabella Stewart Gardner, Boston (Massachusetts), año 1990
En tanto la coleccionista de arte Isabella Stewart Gardner lo convertía en museo -proceso que culminó en 1903-, el viejo palacete de estilo veneciano se encontraba demasiado lejos de imaginar que, el 18 de marzo de 1990, sus paredes -custodias de 2.500 obras- habrían de servir como decorado para una de las escenas más increíbles de la Historia del Arte.
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Óleo sobre lienzo 64,7 x 72,5 cm |
Afuera llovía.
Las agujas de los relojes de la ciudad apenas si habían marcado la medianoche cuando, como personajes prófugos de la mejor novela de detectives, dos hombres -con bigotes postizos y disfrazados de policías- bajaron de un vehículo aparcado en las inmediaciones de la entrada lateral del museo.
Llamaron al timbre.
Cruzaron sus puertas por la zona de los empleados.
Habían anunciado a Richard Abath -el joven guardia de seguridad de 23 años- que debían hacerlo a fin de investigar un ruido... y perpetraron, ante los atónitos ojos del mundo y del detector de movimientos, el mayor robo de la historia de EE.UU.: fueron 81 interminables minutos.
En el sótano del museo, esposados y amordazados con cinta adhesiva, permanecieron tanto Richard Abath como su compañero hasta que, al día siguiente, los encontró la policía a las ocho y cuarto de la mañana.
Los ladrones se habían marchado a las tres menos cuarto de la madrugada; fueron necesarios dos viajes en coche para llevarse con ellos un botín valorado en más de 500 millones de dólares... Y no habían olvidado hacer gala de la famosísima frase: <<Señores, esto es un atraco>> sabedores, quizá ya en ese momento, de hallarse en el umbral que separa a los hombres comunes de aquellos destinados a pasar a la Historia del Arte.
El botín lo componían trece obras:
- Tres lienzos de Rembrandt, entre los que se encontraba La tormenta en el mar de Galilea (1633)
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Rembrandt van Rijn, La tormenta en el mar de Galilea (1633) Óleo sobre lienzo 160 x 128 cm
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Rembrandt van Rijn, Retrato del artista como un hombre joven Tinta sobre papel 4,5 x 5 cm
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- Cinco cuadros de Degas |
Edgar Degas, Procesión en un camino cerca de Florencia (1857 - 1860) Dibujo sobre papel 15.6 x 20.6 cm
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Edgar Degas, Dejando el Paddock (s. XIX) Acuarela 10.5 x 16 cm |
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Edgar Degas, Estudio para el programa (1884) Tiza negra sobre papel 24.6 x 31.4 cm
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Edgar Degas, Estudio para el programa (1884) Tiza negra sobre papel 26.6 x 37.6 cm |
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Edgar Degas, Tres jinetes montados (1885 - 1888) Óleo sobre papel 30.5 x 24 cm |
- Una pintura de Manet
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Édouard Manet, Chez Tortoni (c. 1875) Óleo sobre lienzo 26 x 34 cm |
- El Paisaje con un obelisco de Govaert Flinck
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Govaert Flinck, Paisaje con un obelisco (1638) Óleo sobre tabla 54.5 x 71 cm |
- Un matraz de bronce procedente de China (que había pertenecido a la dinastía Shang)
- Un águila de bronce: remate de una bandera de seda de época napoleónica
- Y El concierto de Vermeer...: descansaba en la sala de arte holandés del palacete. Isabella lo había comprado en París, el 5 de diciembre de 1892, en una subasta celebrada en el Hotel Drouot.
Pagó por él 31.175 francos.
Su marco vacío todavía cuelga del lugar que era suyo en el museo.
Tanto el de El concierto como los demás, lo hacen. Esperan pacientes, silenciosos.
Solos.
Esperan que la recompensa de 10 millones de dólares ofrecida por sus dueños -a cambio de una clave que conduzca directamente hasta las obras-, un día dé resultado. Esperan que la investigación del caso, abierto todavía, pueda arrojar algo de luz...
Luz para unas obras de arte que parecieran cubiertas por un espeso manto de niebla...
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