El caballo Sforza

      Todos los que vieron el gran modelo de barro aseguraron que era la más excelente y magnífica obra que habían visto nunca.

Giorgio Vasari

Eleanor Fortescue-Brickdale, "El precursor" (1920)

Milán, año 1492

Hacía quince años que "il Moro" Ludovico Sforza, duque de Milán, había encargado la realización de una estatua ecuestre a Leonardo da Vinci. Era un homenaje a su padre muerto. Quería que Francesco I Sforza fuese el hombre que, el mejor escultor de caballos del mundo, subiera a lomos de tan espléndida criatura...

Se trataba de una obra majestuosa... Llegaría a medir más de siete metros de altura y a tener otros tantos de longitud y, para realizar el cuerpo del corcel, serían necesarias unas cien toneladas de bronce fundido de una sola pieza.

Nunca llegarán a verterse en el maravilloso molde de arcilla que se exhibía ya, en un salón de la Corte Vecchia de Milán, en 1493.

Y es que Milán y Francia, al poco, se enzarzarían en una guerra que se saldó -amén de las vidas con que lo hacen todas las contiendas- con la utilización del bronce destinado a la figura para fabricar una mayor cantidad de armas.

Leonardo da Vinci, "El caballo Sforza"
Leonardo da Vinci, El caballo Sforza

Cuando el ejército francés de Luis XII entró en la ciudad en 1499, sus soldados destruyeron el molde mientras lo empleaban como blanco de tiro en los entrenamientos.

La escultura ecuestre más bella de toda la Historia del Arte había desaparecido, ante los ojos de los milaneses, antes siquiera de nacer...


Este artículo apareció publicado, por primera vez, el día 13 de junio de 2019 en el blog El cuaderno secreto de Lola

"Beato de Fernando I y doña Sancha" (BNE Vitr/14/2). Detalle
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