«Dondequiera que aparentemente hablé de nuestra ciencia con mayor claridad (decía aquel pequeño fragmento de la Summa de Geber, el padre, mujercita -me decía, la mano derecha en alto moviéndose airada-, de la química moderna), en realidad me expresé en la forma más oscura, encubriendo el verdadero significado de mis palabras. Y, pese a todo, en ningún momento envolví nuestra obra en alegorías ni enigmas, sino que la describí honestamente, con palabras claras y comprensibles, tal como yo la entiendo y tal como, con ayuda de Dios, la aprendí...».
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El alquimista Geber, padre de la química moderna, con su maestro 🖌 Anónimo |
Que leer, solo leer y que yo te escribiera quería el duende. Que habrá pasado mucho tiempo -tiene que pensar-. Que he pasado mucho tiempo ahí tirado y se nos escapan las horas por esta senda. De modo que ha puesto las piernecillas de nuevo en marcha. Y van diligentes, sin rastro de ningún dolor viejo. Que parece que ni un soplo de aire las hubiera rozado hace tan poco.
Lleva, como es buena costumbre, el Libro grande abierto en brazos, pero suelta de él la mano derecha continuamente. Continuamente. Que se le va a caer, ya se lo he dicho. Y la mueve. Y marca con sus dedos regordetes el compás de las letras que su lengua va formando.
Que ya se le ha olvidado la piedra. Que sus ojos, muy serios tras las lentes, ya solo contemplan polvo...
Que ya se le ha olvidado la piedra. Que sus ojos, muy serios tras las lentes, ya solo contemplan polvo...
✏️ Imagen de cabecera: el alquimista Geber, padre de la química moderna ✨️✨️
Este relato apareció publicado, por primera vez, el día 23 de octubre de 2012 en mi viejo blog: Cuentos de Brocelianda
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✨️ Lola ✨️
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