🌿 El lápiz de las dríades 🐦✨️

Dicen que, cuando el viejo árbol que habitan se muera, ellas morirán con él ... Que las dríades -las hermosas ninfas que pueblan cada rincón entre todas las hojas del mundo... entre raíces, ramas y flores- en sus manitas solo tienen el tiempo con el que cuenta el árbol al que están unidas ... La tarde que las vi por primera vez , una de esas tardes luminosas y tibias de principios de febrero en las que la vida se afana por renacer con tanta fuerza que es imposible que, sobre la tierra, haya alguna criatura -por anciana o niña que sea- que no perciba esa lucha, que no se estremezca ante ese grito mudo... John William Waterhouse,  Hamadríade  (1895) Que no alce los ojos al cielo y suspire de alivio: - Ya se van -se oirá decir a todos los ojos, muy bajito, casi con miedo-: las sombras, todas las sombras se van ya ... Esa tarde -decía-, las dríades me hicieron un regalo:  el precioso lápiz que unos duendes elaboraron para mí , siglos atrás , con madera de espino blanco y unas poquitas esm

13. De Geber el alquimista 🧙‍♂️ y la vuelta al camino ✨️✨️🦋

«Dondequiera que aparentemente hablé de nuestra ciencia con mayor claridad (decía aquel pequeño fragmento de la Summa de Geber, el padre, mujercita -me decía, la mano derecha en alto moviéndose airada-, de la química moderna), en realidad me expresé en la forma más oscura, encubriendo el verdadero significado de mis palabras. Y, pese a todo, en ningún momento envolví nuestra obra en alegorías ni enigmas, sino que la describí honestamente, con palabras claras y comprensibles, tal como yo la entiendo y tal como, con ayuda de Dios, la aprendí...». 

El alquimista Geber, padre de la química moderna

Titus B. lo ha leído sin descanso. Sin detenerse siquiera a respetar puntos o comas. Sin nada.

Que leer, solo leer y que yo te escribiera quería el duende. Que habrá pasado mucho tiempo -tiene que pensar-. Que he pasado mucho tiempo ahí tirado y se nos escapan las horas por esta senda. De modo que ha puesto las piernecillas de nuevo en marcha. Y van diligentes, sin rastro de ningún dolor viejo. Que parece que ni un soplo de aire las hubiera rozado hace tan poco.

Lleva, como es buena costumbre, el Libro Grande abierto en brazos, pero suelta de él la mano derecha continuamente. Continuamente. Que se le va a caer, ya se lo he dicho. Y la mueve. Y marca con sus dedos regordetes el compás de las letras que su lengua va formando.

      Que ya se le ha olvidado la piedraQue sus ojos, muy serios tras las lentes, ya solo contemplan polvo...

✏️ Imagen de cabecera: el alquimista Geber, padre de la química moderna ✨️✨️

Este relato apareció publicado, por primera vez, el día 23 de octubre de 2012 en el blog Cuentos de Brocelianda

"Beato de Fernando I y doña Sancha" (BNE Vitr/14/2). Detalle
✨️✨️ No te vayas, peregrin@, sin dejar un comentario... 🙏🏻 Que, mientras esté formulado desde el respeto, será muy bien recibido 🙃✨️✨️
✨️ Lola ✨️

Comentarios