🌿 El lápiz de las dríades 🐦✨️

Dicen que, cuando el viejo árbol que habitan se muera, ellas morirán con él ... Que las dríades -las hermosas ninfas que pueblan cada rincón entre todas las hojas del mundo... entre raíces, ramas y flores- en sus manitas solo tienen el tiempo con el que cuenta el árbol al que están unidas ... La tarde que las vi por primera vez , una de esas tardes luminosas y tibias de principios de febrero en las que la vida se afana por renacer con tanta fuerza que es imposible que, sobre la tierra, haya alguna criatura -por anciana o niña que sea- que no perciba esa lucha, que no se estremezca ante ese grito mudo... John William Waterhouse,  Hamadríade  (1895) Que no alce los ojos al cielo y suspire de alivio: - Ya se van -se oirá decir a todos los ojos, muy bajito, casi con miedo-: las sombras, todas las sombras se van ya ... Esa tarde -decía-, las dríades me hicieron un regalo:  el precioso lápiz que unos duendes elaboraron para mí , siglos atrás , con madera de espino blanco y unas poquitas esm

14. De Denis Zachaire 📚 y el maestro de alquimia 🧙‍♂️

David Teniers el Joven, "El alquimista"
      - Tenemos que encontrar un maestro, mujercita.

De reojo desde su pequeñez diminuta. De reojo me mira el duende y aguarda, aguarda paciente la reacción que cree está por transmutar mi rostro... pero ¿qué reacción? ¿qué maestro?

-  Un maestro. Que bien escrito que lo dejó aquí hace cinco siglos el viejo Denis Zachaire, y bien que se hizo él con la Piedra filosofal.

Busco un rincón en donde cobijarme. Tengo frío.

-  Creía que mi maestro eras tú...

Se ajusta las lentes sobre la naricilla rechoncha, tiene pensado seguir leyéndome, pero esta vez de cara, cerciorándose de que lo atiendo. Es muy desconfiado, Titus B., y se piensa siempre que no lo escucho.

Me acurruco a los pies de un almendro que vive a mi espalda. Los tiene huecos, los pies. Quepo yo entera. Podría hasta hacerlo mi casa.

Arthur Haythorne Studd, "Flor de almendro"
Arthur Haythorne Studd,
Flor de almendro
Espero un poco más y el duende vuelve a empezar:

«Pero, ante todo, quiero que se sepa –por si aún no lo han advertido– que esta filosofía divina no está a merced de los hombres, y mucho menos puede aprenderse en los libros, a no ser que Dios, por obra de su Espíritu Santo, nos la imprima en el corazón o nos la enseñe por boca de un hombre...».

Así que un maestro. Si no hay maestro que nos guíe no pintamos nada andando este camino. No nos va a llevar a parte ninguna.

Pero dónde damos con él, Titus B., si en Brocelianda solo estamos tú y yo

✏️ Imagen de cabecera: David Teniers el Joven, El alquimista ✨️✨️

Este relato apareció publicado, por primera vez, el día 25 de octubre de 2012 en el blog Cuentos de Brocelianda

"Beato de Fernando I y doña Sancha" (BNE Vitr/14/2). Detalle
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✨️ Lola ✨️

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