De un cáliz misteriosísimo y de una mujer arrebujada en una manta amarilla

No es que sea demasiado raro —que sí lo es— que una mujer —«la antigua iglesia de los padres, los profetas y los apóstoles», en palabras del erudito de Liébana— aparezca representada en nuestros Beatos.

Si te fijas, en la decena de ellos que llevamos estudiada hay solo dos, y estas están muy bien identificadas (Eva y, al igual que en la miniatura que sirve de cabecera a todo este montón de palabras, María: las grandes —y posiblemente las únicas, junto a esa Iglesia que, en determinadas ocasiones, también se muestra en las manifestaciones artísticas del medievo como mujer— protagonistas femeninas de la iconografía en la Edad Media).

El problema tal vez sea ese aquí: que, a primera vista, no he sido capaz de verla como tal. En mi defensa alegaré que está arrebujada en una manta, y que sus ojos y su rostro enterito no delatan rasgo alguno que puedan diferenciarla de su compañero en la escena de marras 🤦🏻‍♀️... salvo, quizás, un pequeño detalle al que en su momento no presté la atención que merece. Es este, mira, viajero:

Beato de Urgel (siglo X d.C.). Detalle

Esta es ella, ¿verdad? ¡Guay!

 Ahora vamos a ver a su partenaire:

Voilà!

Beato de Urgel (siglo X d.C.). Detalle

¿No es eso que tiene este personaje en la cara una especie de barba? 😳

Ella está sentada, él está de pie... ¿se están casando? 

Simone Martini, El milagro del niño resucitado (detalle)

Más o menos la expresión que adorna el rostro de ese hombre es la que se me queda a mí ante la idea de que todo este asunto pueda tratarse de una boda, viajero. A ver, de ser así, sería algo más simbólico que real, ¿no? No está presente ningún sacerdote, ni ellos se toman de las manos ni se intercambian anillos ni nada... entre ambos solo está ese cáliz misterioso 🤦🏻‍♀️.

¿Qué demonios contendrá?

✨️🌼 Lola 🌜✨️

🖌 Imagen de cabecera: La mujer vestida de sol y el dragón (ff. 186v-187). Códice de Fernando I y doña Sancha