Descubrí la tinta de limón un verano de hace más de veinte años. Entonces yo era una niña que solo quería leer.
Se ocultaba entre las páginas de Los Tres Investigadores, la serie de novelas de detectives que era dueña y señora de mis pensamientos infantiles.
Y es que los malos escribían con tinta de limón mensajes secretos en los mapas del tesoro; en las notas arrugadas que sin querer se escurrían de entre las hojas de un cuaderno; en la cara interna de aquel viejo sobre que guardaba una carta misteriosa… Porque la tinta de limón es una tinta secreta, invisible, que solo muestra las letras que atesora si se ve amenazada por la cercanía del fuego.
La tinta de limón… Con ella se escribirían también los sueños de esa niña que solo quería leer mientras anhelaba el día, entonces bien lejano –el día de la juventud-, en que pudiera viajar a Rocky Beach, entrar en el “Patio Salvaje” (la chatarrería del tío Titus Jones) y, cajita de cerillas en mano, sentarse junto a Pete Crenshaw, Bob Andrews y Júpiter Jones a arrancar al papel cuantos secretos anduviera el muy astuto custodiando...
✏️ Imagen de cabecera: Pete Crenshaw, Bob Andrews y Júpiter Jones
Este breve apareció publicado, por primera vez, el día 26 de octubre de 2014 en el blog El cuaderno secreto de Lola
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