![]() |
—Has perdido la cabeza.
Los ojillos del duende miran al frente, fijos en una parte cualquiera del infinito.
—La has perdido, mujercita.
Vistos así, de perfil y sin las lentes que los hagan parecer tan grandes, semejan dos bolitas animadas perdidas en mitad de una nada que no reconocen.
A nuestros pies un mundo completo toma forma y vida. Sobre las cabezas solo azul: un azul negrísimo ya, de noche. Y la luna redonda cual galleta plateada.
![]() |
| Pixabay |
Las botitas negras del duende apenas recuelgan del balcón. Con lo chico que es casi no sobresalen del alféizar de la ventana. Pero está aquí, sentado junto a mí, agarrado miedoso a mis faldas.
Se vuelve para mirarme y soy yo ahora la que evito unos ojos muy tristes. A lo lejos, un millar de lucecitas parecen haber encendido el bosque. Se mueven frenéticas de un lado a otro y por eso chocan muchas veces entre ellas y con los árboles. Son las luciérnagas...
Lo demás es quietud.
Nada parece haber cambiado allí abajo más que él y yo, que ya no estamos.
✏️ Imagen de cabecera: Jenny Nyström (detalle) ✨️✨️
Este relato apareció publicado, por primera vez, el día 24 de marzo de 2013 en mi viejo blog: Cuentos de Brocelianda 🦄🌾
![]() |
✨️✨️ No te vayas, peregrino, sin dejar un comentario 🙏🏻. Que, mientras esté formulado desde el respeto, será muy bien recibido 🙃✨️✨️
🧚♀️🐾 Lola 🕊🦉



Comentarios
Publicar un comentario
Gracias por ser parte de mi mundo 😇🙏🏻