
Cuando a lo lejos vislumbro su silueta cierro el libro sin nombre. Cierro los ojos y las manos y aprieto con fuerza una tapa con otra.
Quiero hacerlo prisionero.
Sí, prisionero. Porque será mío el tiempo de esta forma. Mío el poder de unir a ese hombre con su amada. Mía la espera y la tardanza. La vida que vive en el libro y se abre dentro de mí cuando lo abro. Cuando paseo los ojos por sus letras y camino sus calles negras escuchando el suspiro que alguien lanza al aire helado. Y lo guardo en este pecho que es libre entre callejas solitarias.
Entre unas voces que no se escuchan.
Entre palabras que son ecos muy viejos. Que vienen montadas en un viento tan lejano...
✏️ Imagen de cabecera: John Melhuish Strudwick, Acrasia (1888)
Este relato apareció publicado, por primera vez, el día 26 de noviembre de 2013 en mi viejo blog: Cuentos de Brocelianda
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